Los romanos se enamoraron de Gijón. Tenían espléndidas vistas al mar y justo a la vera del Cantábrico, en el Campo Valdés ubicaron sus termas. Se encontraron unos aborígenes que controlaban perfectamente los metales y la tecnología de aquel tiempo. Con el tiempo Gijón, se convirtió en una gran urbe, fácilmente visualizable desde el Cerro de Santa Catalina, donde se inspiró el escultor vasco Eduardo Chillida para situar su Elogio del Horizonte, hoy símbolo turístico de la ciudad.
Cimavilla o Cimadevilla – el antiguo y carismático barrio de pescadores -, los jardines de la Reina, el puerto deportivo, la playa de Poniente, la del Arbeyal, la calle Corrida, la de los Moros, la Plaza del Instituto y un largo etcétera componen un Gijón urbano que goza de un entorno rural privilegiado con lugares como La Campa de Torres, Veranes, La Guía, Somió, La Providencia, Caldones, Deva o La Camocha, por citar sólo algunos.
Información obtenida de la página oficial de turismo de Asturias.